7 Lecciones de mi Retiro Espiritual

7 Lecciones de mi Retiro Espiritual

7 lecciones de mi retiro espiritual

7 lecciones de mi retiro espiritual.

 

Es probable que muchas de ellas te suenen intuitivas de primeras. A pesar de ello, si consigues integrarlas adecuadamente, serán lo suficientemente potentes como para cambiar tu día a día.

Por si no me sigues en mi cuenta de Instagram o no te enteraste, este verano pasé 9 días de retiro espiritual. Es decir, 9 días en un lugar apartado, desconectado del mundo, la tecnología y conocidos de cualquier tipo.

No fue nada que ya estuviese organizado por alguna persona o de lo que tuviese experiencia previa, sino que lo hice a mi medida según consideré y vi necesario.

Tan solo disponía de la ubicación y la fecha en que iba a realizarlo. Lo que haría allí quedaba bajo el dominio de las circunstancias y mi capacidad de improvisación. Los únicos planes que llevaba en mente eran tan simples como lo que puedes hacer ahora mismo: leer, pasear o meditar.

Al comienzo la experiencia se hizo inevitablemente aburrida. Al fin y al cabo, suponía un alejamiento drástico de la mayoría de las actividades en que solía invertir mi tiempo.

Sin embargo, una vez aclimatado todo empezó a marchar sobre ruedas. Llegando a convertirse el retiro en una de las vivencias más esclarecedoras que he tenido.

Tanto que se la recomiendo a todo el mundo, independientemente de quien sea o de que me ponga excusas acerca de que no puede permitírselo.

De hecho, es probable que se convierta en una práctica anual que lleve a cabo. Para volver después a la rutina recargado y con la mente despejada.

Esta experiencia te hace echar la vista atrás y a tus alrededores cuando estás obcecado con lo de delante, aportándote mucha perspectiva. Además, la serenidad que te da e induce es inigualable.

Así pues, y para no alargarme demasiado, te voy a contar las 7 lecciones más valiosas que saqué:

1. Abúrrete

Tengas un propósito definido o no, estás tan desconectado de ti mismo y de lo que te rodea que acabas mostrando grandes incongruencias en torno cómo dices sentirte y cómo realmente te sientes. Algo que haces tanto consciente como inconscientemente.

Como ya he comentado, los primeros días del retiro me aburría ampliamente. De hecho, hubo varios que me quedé tirado en el sofá echándome una siesta (algo que no hago casi nunca).

Consideramos aburrirse como algo malo, un estado a evitar. Con todo lo que “hay por hacer” proclamar sentirse aburrido está condenado socialmente.

Pero nada más fuera de la realidad, aburrirse es una de las mejores cosas que pueden ocurrirte.

Cuando te aburres hay 2 mensajes que le están llegando a tu cerebro: Uno, que aquello que estás haciendo no te estimula lo suficiente o ya llevas dándole mucha caña. Dos, que necesitas un descanso mental o encontrar otro tipo de actividad a realizar.

Así, aburriéndote es como te das cuenta de que quizás ese proyecto o trabajo que acabas de empezar o ya llevas un tiempo con él no es tanto para ti o necesita reinventarse. O que sería más productivo volver a ello un tiempo tras despejarte y venir recargado.

Aburrirse es tan tabú que rápidamente buscas cualquier distracción para obviar el hecho de que estás aburrido, aunque sea haciendo algo estúpido como ver TikTok.

Sin embargo, si te permites aburrirte por un tiempo te darás cuenta de que tu creatividad se dispara momentáneamente y llegan a tu cabeza múltiples ideas que no se te habrían ocurrido de no parar. Algunas de esas ideas quizás decisivas para tus proyectos personales.

Ya te lo he dicho, yo no fui con ninguna planificación compleja al retiro. Por eso, al permitir aburrirme saqué muchas ideas (incluidas escribir este artículo) para ir haciendo sobre la marcha o a futuro. A la vez que las valoraba sin presión y profundizaba en las que me apetecía.

2. Journaling

journaling

El journaling, o llevar un diario, es una actividad que poco a poco se está perdiendo.

Te conformas con visualizar una foto antigua y Creer decir qué pasó y cómo te sentiste en ese momento, aunque en lo cierto sueles estar muy sesgado.

Escribir a diario lo realizado en el día y las emociones sentidas puede darte una idea de cómo abordas ciertas circunstancias ahora y con respecto al pasado. Llevando un registro fiel de tu posible evolución y el resultado exitoso o erróneo de las medidas que hayas llevado a cabo.

Siendo sincero, ésta es una actividad que personalmente me resulta tediosa y que no implementaría en mi día a día cotidiano. REPITO, en mi caso.

Sin embargo, pude radicar todo el potencial que tenía en el retiro y tras él. Pues sentarme a escribir a mano frente a una libreta, sin distracciones, me hacía centrarme en lo que realmente había hecho en el día y cómo me gustaría enfocar el siguiente.

Además, lo estoy volviendo a leer mientras estoy haciendo este artículo. Rememorando lo vivido y sentido, y utilizando muchas frases literales que escribí para ilustrar estos párrafos.

No podemos obviar que en pleno siglo XXI cada vez hay menos papel y boli. Por eso, para los que, como yo, no sean demasiado fans de romperse la muñeca o tengan letra fea y desordenada, existen muchos otros medios para lograr este mismo objetivo.

Conozco personas que llevan uno semanal, otras que lo llevan en el ordenador, algunas que simplemente describen su día en 6 palabras e incluso las que lo llevan en pequeñas grabaciones de audio, para darle aún más emoción.

Si te gusta la idea (has de probarlo al menos una semana) y te consideras una persona ordenada que podría sacar provecho de esta actividad te recomiendo encarecidamente que la des una oportunidad. Especialmente si vas a vivir alguna experiencia medio-larga y novedosa.

Y si ya la llevas a cabo de alguna manera concreta te animo a compartirla en los comentarios.

3. Nada es Importante

Te preocupas excesivamente por cosas que no merecen tu atención y descuidas aquellas esenciales para tu verdadera felicidad.

Hoy en día, rehén de tu teléfono y adicto a ver la televisión o a los medios de comunicación, es imposible no toparse con alguna noticia que te atrape y no te deje pensar en nada más.

Esto te lleva a desarrollar una actitud hiperpreocupada en la que tu visión se nubla y no eres capaz de ver el contexto general.

En mi retiro vi a mucha gente ir a la playa a pesar de que hacía un tiempo de Galicia. Como si no tuviesen otra cosa que hacer o fuese su único deseo antes de morir.

Para esas personas bajar a la playa era lo más importante en ese momento. Pero lo más probable es que no se planteasen realizar alguna otra actividad en un sitio cerrado o incluso jugar a algo en casa con sus seres queridos.

Ver a otras personas estar felices en la playa y querer estar, por envidia, como ellas, es lo que puede llevarte a caer en esas situaciones nada productivas. Ya que finalmente no vas a disfrutar del momento por no estar a gusto en la playa ni vas a sentirte realmente realizado.

Preocuparse por las cosas banales no hace nada por ti. Y en estos contextos, el desarrollo de la templanza es clave. No solo porque te ayudará a decir: “hace malo, no pasa nada, puedo disfrutar mi tiempo de otras 4 maneras”, sino porque te ayudará a lidiar con las manipulaciones ajenas.

Y de la misma manera por la que tu puedes tener envidia por ver a alguien feliz en la playa, otros te podrán disuadir a ti de ir a ella por cualquier excusa, aunque a ti no te importase.

Fueron varias las personas cercanas que incriminatoriamente me preguntaron por qué iba yo solo a vivir esta experiencia desconectado. Mayoritariamente alegando que si pasaba cualquier cosa a mi persona o a la suya no existiría forma de comunicación.

Así es cómo finalmente Crees ser imprescindible en situaciones que creas tu mismo en tu cabeza.

Mi respuesta ante las “acusaciones” fue simplemente que “si pasara algo no cambiaría nada el hecho de que yo estuviese o no”. Por seguridad, yo llevaba el móvil apagado conmigo cuando salía, pero lo que pasase fuera no era realmente importante. Tan solo podía llegar a pensar que lo era porque yo le había otorgado dicha importancia.

4. Menos Distracciones = Más Energía

menos distracciones = más energía

Hay uno o varios proyectos que te gustaría empezar o continuar, pero no sabes cómo. Nunca encuentras el momento perfecto o alegas que no estás en el mood.

Parece mentira que nos encontremos cansados a diario a pesar de que apenas nos movamos. Pero es que realmente estamos cansados, cansados mentalmente.

No es difícil ver el por qué. Saturado por el sobreexceso de información que te llega a diario, las miles de actividades banales que realizas y las pantallas pegadas a los ojos todo el día, tu energía se acaba asemejando más a la de un koala que a la de una ardilla.

Poco a poco te notas falto de energía, energía vital, sexual, emprendedora… e incluso intentas robársela codiciosamente a aquellos que parecen conservarla.

En uno de mis paseos durante el retiro caminé cerca de un recinto con un par de caballos. Había algunas personas apoyadas en la verja tratando de llamar la atención del más cercano, pero al acercarme yo éste vino directo a que le acariciase la cabeza.

Dicen que los caballos notan con facilidad las emociones, y en ese momento me encontraba muy calmado y conectado conmigo mismo.

Inconscientemente, los humanos también percibimos las de los demás. Por ello no es tan mala idea cultivar emociones productivas, porque atraeremos a más gente con ellas.

El asunto está en que lograr esto se vuelve imposible si continuamente tenemos, o Creemos que tenemos, muchas cosas que hacer. No solo porque no dedicaremos tiempo a hacerlo bien, sino porque estaremos demasiado cansados como para querer siquiera hacerlo.

¿Quieres hacer algo verdaderamente centrado? Prueba a poner el modo avión de tu móvil aunque sean 2 míseras horas y después me cuentas qué tal.

5. Escucha tu Cuerpo

De la misma forma en que no te dejas aburrir y das especial importancia a las distracciones, dejas de lado relaciones más beneficiosas, ya sea con los demás o contigo mismo.

Muchos dicen escuchar a su cuerpo cuando les pide comerse una tableta entera de chocolate, dejar para mañana lo que podrían hacer ahora o gritar a la persona que molesta. Pero eso no es escuchar al cuerpo, sino estimular su gula, pereza e ira.

Escuchar al cuerpo pasa por preguntarle relajadamente y libre de juicio qué es aquello que realmente necesita y de qué manera puede satisfacerlo sin excederse. Pasa por reconocer las necesidades fisiológicas de cada uno atentamente.

Y de la misma manera en que tienes sed, comprobar si necesitas ingerir algo dulce o salado, en proporciones tolerables. Notar el cansancio que llevas acumulado y la calidad de tu sueño. O incluso darte cuenta si llevas demasiado tiempo en una postura y necesitas moverte y estirarte un rato. Así como experimentar el afán de realizar ejercicio y liberar hormonas beneficiosas.

No es complicado, pero requiere atención y consciencia para ver lo que realmente necesitas.

A mitad de mi retiro me propuse hacer un ayuno consciente. Es decir, pasar las 24 horas siguientes sin comer y sin nada para distraerme de la sensación de hambre. Ese tipo de ayunos es algo que hago mensualmente, pero en esas condiciones supuso una nueva forma de afrontar el reto.

Mi cuerpo me pedía comida en ciertos momentos, pero también sabía que no iba a tenerla hasta dentro de unas horas. Así que me ayudó a ver qué actividades le apetecía hacer mientras tanto.

Pues escuchar detenidamente a tu cuerpo y ver lo que te transmite te hará sentirte más conectado con tu extensión física y rendir mejor en las demás actividades diarias.

6. Contemplación

contemplación

Sabes que hay muchas cosas bonitas y casi mágicas en este mundo, pero parece que solo consigues verlas si te las ponen delante.

En otro de mis paseos me quedé sentado en una barandilla viendo a la gente que estaba en la playa a pesar de que hacía mal tiempo. Vi a algunos bañándose y a unos niños jugando al futbol, pero lo que más captó mi atención fue ver a lo lejos a varios abuelos separados tirados en un césped realizando la misma acción que yo.

Es curioso cómo nos quejamos del frenesí diario y solo cuando somos mayores aprendemos los beneficios y tranquilidad que aportan llevar una vida contemplativa.

A partir del tercer día de mi retiro ya no se me hacía raro no tener dispositivos electrónicos a mi alrededor. Había vuelto a experimentar los estimulante que puede ser alzar la vista de la pantalla y apreciar la vida en todos sus aspectos, sin juicios.

Tomarse un respiro, parar 5 minutos, apreciar un atardecer o el sonido de la lluvia mientras golpea el suelo son acciones tan sencillas que no te cuesta menospreciarlas.

No eres consciente de la paz y consciencia que pueden aportarte porque Crees que para eso hace falta ganárselo con algo más, no decidiendo darles la oportunidad.

Uno de aquellos días estaba haciendo ejercicio en un parque de barras. En uno de los descansos entre series un niño pequeño de unos 2 años pateó mi bote de magnesio porque no sabría qué era eso. No se derramó demasiado, pero en otras ocasiones habría enfurecido.

Esta vez fue diferente, contemplar la situación y ver la espontaneidad del niño me hizo reír. Recogí mi bote, lo puse más seguro y mientras sus padres lo llamaban yo seguí riéndome al menos otro medio minuto más.

Era como si aquel magnesio no fuese mío y yo tan solo representase el papel de un espectador.

Ver el panorama general hizo inevitable no darle demasiada importancia a algo que en verdad era una nimiedad. Sin pensarlo, valoraba más seguir imperturbable que decidir enfadarme.

7. Estar a Gusto con uno Mismo

Muchas veces actúas por miedo a lo que puedan pensar los demás. Y en el proceso dejas de ver que lo más importante es ver qué piensas de ti mismo.

¿Eres capaz de tomarte un café, cenar o incluso ir al cine por tu cuenta? ¿O te da tanto miedo que alguien que no conoces piense que estás solo que siempre has evadido esas situaciones? ¿O has sufrido e intentado acelerar las que no por voluntad tuviste que “soportar”?

Uno de los días de mi retiro lo dediqué a reflexionar sobre quién soy y qué me hace diferente del resto. Esta es una pregunta que cualquiera se puede hacer en cualquier momento y que yo mismo ya me había hecho varias veces para analizar mis ideales y decisiones en aras de la congruencia. Pero extenderla tanto tiempo me ayudó a ir algo más profundo.

Son diversas las personas que no se sienten a gusto con ellas mismas y en vez de tratar de corregir su situación malgastan su energía y tiempo en envidiar la vida real o ficticia de los demás.

A veces te torturas por cómo realmente quieres ser o vivir simplemente porque otras personas que quieres no son capaces de aceptar ese marco. Y en un intento de compaginar todo, no consigues nada, y solo te haces daño a ti y a los que te rodean.

Tomarse momentos para reflexionar sobre uno mismo ayuda a ver qué es lo que se quiere y qué se está haciendo por conseguirlo, y qué no.

Sabiendo esto, se puede actuar con mucha más objetividad y sin anteponer vehementemente las emociones de por medio.

Y hacerlo también permite ver los propios errores desde otra perspectiva y no juzgarlos severamente, sino comprenderlos y aceptarlos como algo por lo que vas a empezar a trabajar.

Estas son las 7 lecciones que más aproveché de mi retiro espiritual. Sencillas, pero potentes.

Ahora dime tú: ¿Ponías ya alguna en práctica? ¿Has descubierto una que te puede ayudar mucho? ¿Tienes ganas de hacer un retiro por tu cuenta? ¿Se te ocurre alguna más que falte?

¡Estaré encantado de leerte aquí abajo, en los comentarios!

 

Pd. Si te interesa leer mi diario en crudo también puedes pedírmelo. Quizás si hay varias peticiones lo acabe publicando junto con unas entradas detalladas que hice durante el retiro.

 

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