El Bucle Espiritual

El Bucle Espiritual

el bucle espiritual

El Bucle Espiritual.

 

Sigues patrones fijados y caminos predefinidos, yo también lo hago. No porque quieras o te haga gracia, sino porque tu constitución humana te conduce a hacerlo.

Lo curioso de esto es que la mayoría de las veces adoptas esas nuevas conductas o disposiciones de manera subconsciente, pero después de haberlo hecho encuentras una excusa que agrade a tu parte consciente. Un proceso que se conoce como disonancia cognitiva.

En el terreno de la espiritualidad caer en ese sesgo es muy habitual, pues, disponiendo únicamente de argumentos subjetivos, dar más peso a los propios se vuelve sencillo.

De esta forma, acabas por encontrarte siguiendo una especie de bucle espiritual, un círculo vicioso cuyo fin es encontrar el sentido de tu realidad.

Quizás te detengas antes, después o incluso lo hagas de manera permanente. Sin embargo, lo que compartirás con todos aquellos que también lo recorren es que darás un cierto número de vueltas a ese círculo y lo nombrarás de diferentes maneras. Pero lo harás sin ver el eje sobre el que gira.

Y esa incapacitante ceguera está propiciada por el enfoque que se te ha dado…

Según Crecías

Puede que se te educase en la religión cristiana, en la judía, en el rechazo a todo cuanto éstas sostengan o que incluso ni se te hablase del tema.

Así pues, en función del contexto y ambiente en el que te hayas criado, la adopción de una u otra postura religiosa estará fuertemente determinada. De ahí que lo raro sea encontrar un budista en Marruecos y no un seguidor más del islam.

Ya que, como viste en este otro artículo, las religiones pueden cumplir el mismo papel de “superioridad jerárquica” que el que ejercían tus padres de pequeño contigo. Lo que las hace fácilmente reconocibles o intercambiables como figura de autoridad.

Esa postura concreta que hayas heredado será la que condicione tu punto de partida y, más importante todavía, la inercia que te lleve a estancarte cada vez más profundo o, por el contrario, a dar vueltas y vueltas en ese bucle espiritual.

Por si no consigues visualizar esto último tan solo piensa en algún amigo o conocido con una conducta fuertemente arraigada, y verás como la explicación de ésta se haya en su crianza. De hecho, no te será difícil identificar 3 estereotipos:

  • Una persona religiosa que considera al Dios al que venera el centro de todo lo que existe y puede existir, aunque nunca le haya visto en persona. Creer es su sustento y lo que nutre su alma y acciones. Algún padre o figura de autoridad muy religiosa le ayudó en su infancia a adoptar mediante el ejemplo esa postura y seguir el “recto” camino. Desde que descubrió a ese Dios su vida “cambió” para siempre.
  • Una persona escéptica que continuamente está dudando y racionalizando cada tema que le muestran. La evidencia científica adecuadamente contrastada es la base de su pensamiento. Si algo no está demostrado, no existe. La experiencia personal puede jugar un papel importante pero también puede estar sesgada. Su infancia se vio marcada por un intento fallido de inculcarle ciertos dogmas, lo que le generó rechazo hacia estos.
  • Una persona “mística” que por momentos parece estar perdida y de la nada encuentra en cierta cosa algo mágico o con un sentido ulterior. Le gusta coleccionar amuletos, irse de retiros para encontrar no sabe qué y tomarse con calma hasta los asuntos urgentes. Su infancia probablemente estuvo muy ligada a unos padres liberales, alternativos o a los que les daba igual el tema y no transmitieron ninguna base espiritual.

Obviamente, estas posturas son extremas a su manera y puede que lo más capacitante y emancipador sea encontrar un justo equilibrio entre sus influencias y el propósito personal.

Sin embargo, la mayoría las interpreta como diferentes cajones, aunque están contenidos en el mismo estante, entre los que pueden ir saltando y encerrándose, sin querer ver así el conjunto.

De esta manera, comienzan su camino cíclico. Pasando de un punto a otro y despreciando lo que han aprendido de su viaje por el anterior. Pues, de hacer esto, verían que una “misteriosa” coincidencia los une, un hecho ineludible que está presente en cada punto del camino.

Sin embargo, inconscientemente eligiendo centrarse en el presente y anhelar el futuro a costa del pasado, se hace imposible ver las raíces que van más allá.

Lo que les lleva a recorrer de forma interminable el Bucle Espiritual, una espiral de actitudes y Creencias definida por 3 puntos relacionados entre sí:

Punto 1: Creer

creer

Existe algo. Llámalo Dios, llámalo Energía, llámalo como te apetezca, pero existe algo que es el origen de todo lo que existe, existió y existirá.

Tu Creencia es fuerte y tu convencimiento más todavía. Una vez encontraste ese Algo, cada vez estás más convencido de que es lo que da un rumbo al mundo y todo lo que te rodea.

El universo en sí no tendría sentido de no ser por esa fuerza extramundana que escapa a tu entendimiento y que, sin embargo, sigue actuando, ¿verdad?

No puedes evitar ver su influencia en todo pequeño detalle de tu día a día. Desde el amanecer, el mensaje que te ha escrito esa persona querida, la comida que tienes sobre la mesa, la electricidad que ilumina tu casa, el pájaro que se posa sobre tu ventana mientras trabajas, y hasta esa persona tan amable que te devolvió la tarjeta del bus cuando se te cayó.

Resulta poco complicado entender el significado ulterior de las cosas, ver que hay Algo más allá de ellas que las hace Ser como son, que las vuelve únicas y especiales.

Sin embargo, hace falta Creer, saber apreciar esos matices profundos y cargados de gran significado que para tantos pasan desapercibidos.

De hecho, tú tampoco eras capaz de verlos antes de entender todo el entramado que se ocultaba tras su apariencia material. Al menos hasta que los relacionaste con ese Algo.

Puede tu vida tampoco cambiase tanto estructuralmente, pero sí su significado. Lo que antes podía ser un acto “sin más” o una mera “casualidad” ahora claramente formaba parte del “Gran Plan”.

Es más, estás tan convencido de ello y de su capacidad inconmensurable, que se vuelve totalmente factible y deseable que TODO esté hecho a “tu medida” y a la medida de cada uno.

¡Qué suerte que hayas sido capaz de reconocerlo! ¿Cómo has podido estar tan ciego ante las obvias señales y signos que todo este tiempo se encontraban a tu alrededor?

Ciertamente, NO puede existir otro camino o explicación que den respuesta a esas preguntas tan amplias que por fin has conseguido interpretar, teniendo a ese Algo como motivo central.

Así pues, ¿para qué buscar más allá o cuestionarse esto que tanto te ayuda a comprender tu vida?

Ya sabes que funciona y que es verídico. Pues, aunque no hayas podido descifrar ese Algo en su plenitud, has conseguido esclarecer cómo se expresa en tu día a día, y eso es lo importante.

Punto 2: Negar

¿Cómo has podido ser tan estúpido de tragarte el cuento anterior durante tanto tiempo?, te preguntas. O mejor, ¿cómo es posible que haya tanta gente tan estúpida como para hacerlo?

Es difícil de comprender, lo sabes. Pero también eres muy consciente de los motivos por los que la gente se llega a tragar semejantes trolas.

Al fin y al cabo, las religiones y demás chorradas místicas están impulsadas por el miedo a que no haya nada tras la muerte o que la propia existencia sea algo accidental más que cuidadosamente planeado, ¿verdad?

No te faltan argumentos para deslegitimar las afirmaciones infundadas de los que se proclaman creyentes de cualquier tipo. Ya sea apelando a su falta de lógica interna, emocionalidad desproporcionada o carencia de objetividad.

Te es sencillo detectar cómo esas mismas personas utilizan a conveniencia hechos o dichos que se alinean con su visión del mundo a la vez que hacen caso omiso de los que no lo hacen tanto.

De hecho, te resulta curioso cómo el pensamiento “mágico” o “religioso” sigue siendo tan popular en el siglo XXI. En una época en la que se ha empezado a descubrir como la mayoría de los pensamientos y actitudes que tenemos son consecuencia de estímulos nerviosos concretos.

Te cabrea tener que cuestionarte: ¿Por qué tantos se niegan a tener en cuenta la evidencia empírica y acaban depositando su fe y voluntad sobre cosas que no se pueden demostrar?

Ya se ha visto que los textos “sagrados” no son totalmente acertados y que se contradicen o van en contra de principios físicos/biológicos. Que las instituciones que respaldan las religiones miran muchas veces más por ellas y su integridad que por esa religión o sus feligreses. Y que la mente humana no es objetiva, sino propensa a errores.

Desde que empezaste a ver esos pequeños fallos o cosas que no encajaban, cada vez se fueron haciendo más obvios y resultaba imposible no verlos.

Es más, estás tan convencido de ello y de la irracionalidad que Creer en cualquier cosa supone, que no tiene sentido plantearse siquiera experimentar algo cuya base no está bien fundamentada.

¡Qué suerte que hayas sido capaz de ver semejante sinsentido! ¿Cómo has podido estar tan ciego ante las obvias incongruencias que todo este tiempo se encontraban a tu alrededor?

Ciertamente, NO existe ninguna explicación que a día de hoy responda las grandes preguntas. Eso es algo que la ciencia está pendiente de demostrar, ¡y sabes que lo hará!

Así pues, ¿para qué intentar entender lo que hace especial a esas religiones o formas de pensar y dejar de lado ese espíritu crítico que tanto te ayuda a asentarte y poner los pies en la tierra?

Ya sabes que pensar así es mejor. Pues, aunque no consiga responder a esas cuestiones que van más allá, te ayuda a no caer en las mismas respuestas infundadas que muchos se dan.

Punto 3: Indagar

indagar

La religión de la que venías ciertamente falla, no funciona y carece de lógica interna. Tan solo te daba unas respuestas que contenían tu vacío, pero no lo llenaban.

Poco a poco, viste que eso que parecía tener coherencia cada vez lo hacía menos y que lo más razonable era dejarlo atrás. Y luego te encontraste en un punto en el que, abrumado y decepcionado contigo mismo, no querías volver a caer en algo similar y sentirte mal.

Así que la mejor opción consistía en despreciar esa actitud espiritual y no volverla a retomar.

Sin embargo, a pesar de que esta disposición hacia la vida te ayuda a no caer en la subjetividad irracional y a mejorar tu ecuanimidad, sigue sin llenar tu vacío existencial.

En el fondo, la actitud de búsqueda se mantiene presente. Sabes que tiene que haber Algo que, aunque no puedas demostrar por su intensa complejidad, rija la realidad en que te encuentras.

Te dices: “Todavía no sé lo que es, pero estoy convencido de que tiene que haber Algo más”.

Y ese Algo es lo que ahora estás tratando de encontrar. Ya disponías de uno hace mucho, pero viste que no funcionaba del todo y toca cambiarlo. No porque dependas de él, que seguro que no lo haces, sino porque tiene que haberlo, ¿verdad?

Incluso no tardarás mucho en hacerlo. Esta etapa es la más corta en comparación con las demás. Nadie quiere sentir que está perdido, a la deriva, mientras que los demás tienen algo que defender, que guíe su comportamiento o que constituya un punto sobre el que apoyarse.

Aun así, sientes que pasar por esta etapa es lo que te llevará a coger con más fuerza y objetividad esa opción por la que finalmente decidas decantarte.

Es más, estas tan convencido de ello y de la estupidez que supone tanto Creer en algo sin juzgarlo como Negar y despreciar toda posibilidad, que carece de sentido comprometerse con cualquiera de esas dos posturas sin antes haberse puesto a indagar sobre tu posible necesidad.

¡Qué suerte que hayas sido capaz de reconocer que nada se adaptaba a ti! ¿Cómo has podido estar tan ciego ante la falta de dirección e imposibilidad de avanzar a la que te veías anclado?

Ciertamente, NO has descubierto aún cuál es esa posibilidad o mezcla de posibilidades que darán sentido a tus preguntas. Pero estás convencido de que la encontrarás en tu búsqueda espiritual.

Así pues, ¿para qué seguir aferrado a los perceptos de una religión o forma de pensar, o negarlos todos de forma global, cuando puedes encontrar aquellos que los hacen especial y ver si hay alguna tendencia diferente que los recoja en su reflexionar?

Ya sabes que Indagar es tu única posibilidad, pues, aunque no consiga darte una presente tranquilidad, te conducirá a descubrir eso que tanto anhelas encontrar.

Vuelta a Empezar ¿Cómo Cambiar?

el bucle espiritual

El sistema de creencias del que venías no funcionaba y apenas se sostenía por sí mismo. Primero le condenaste por el tiempo que te hizo perder y después simplemente te cuestionaste si quizás no habría otro que expresase mejor eso que sentías en tu interior.

Efectivamente, al final lo encontraste, justamente lo que buscabas.

Pondrías ya tu propia vida en afirmar que existe Algo (llámalo Dios, llámalo Energía, llámalo como te apetezca) que es el origen de todo lo que existe, existió y…

… Espera un momento. Esta historia me suena, ¿a ti no?

Ah, claro, hemos vuelto a empezar. Estamos de nuevo en ese paso 1 (Creer) que comentábamos.

Quien nos diría que a pesar de Creer estar jugando al Juego de la Vida estábamos jugando al bien conocido Monopoly. Comprando unas Creencias, Vendiendo otras y pagando sus tasas por el camino, para finalmente volver a encontrarnos en la casilla de salida.

Es irónico como uno puede estar seguro de su evolución como persona por el hecho de cambiar, pero en verdad encontrarse atrapado en el mismo juego de búsqueda en que nadie puede ganar.

La razón de esto se debe a que, tratando de consecuencialistamente encontrar sentido a la propia realidad, se pone el foco en ese fin y no tanto en los medios que se emplean para llegar a conocerle.

Por lo que esto se vuelve una tarea imposible y acaba constituyendo esa rueda de hámster que, a pesar de girar y girar, nunca avanza.

Sin embargo, si “milagrosamente” uno parase por un segundo se daría cuenta de esta cruda verdad difícil de aceptar. Pero aprovechando ese instante, asimilando la posibilidad de que su esfuerzo anterior ha podido ser “en vano” y reuniendo coraje, es como podría empezar a caminar.

A caminar no ya por esa trillada travesía, sino por la propia. Una que definirá no tanto proyectando esas preguntas existenciales hacia el exterior, sino haciéndoselas a sí mismo.

Pues, disociado de su Ego y el resultado, podrá ver sin filtros qué es lo que mueve a muchos a seguir ese Bucle Espiritual y, mejor aún, qué es lo que le movió a él mismo.

Pudiendo así tratar de comprender su forma de actuar para aportarle a sus respuestas más objetividad, y poder planteárselas de forma sincera y con apertura a lo desconocido.

Dejando de sentir en el proceso la necesidad de darse una respuesta Total. Sino empezando a comparar tranquilamente sus valores con su forma de actuar.

Ahora bien, ¿quieres saber en detalle en qué consiste este nuevo sendero? Asegúrate de dejármelo claro en los comentarios y veremos pronto cómo alcanzar esa mayor realización espiritual. 😉

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *