¿Quién te Quita las Muelas?

¿Quién te Quita las Muelas?

quitar las muelas

Seguro que ya has tenido esta sensación:

  • ¡Uy, me están empezando a salir las muelas del juicio!

Dime, ¿duele o dolió?

Puede que estés pensando en quitártelas o que conozcas a alguien que vaya a hacerlo. A otro que lo haya hecho o que tú mismo ya no las tengas.

Lo curioso es que, independientemente del caso, la persona encargada de quitar las muelas será siempre la misma: TÚ.

  • Espera, ¿cómo?

Si, justo eso es lo que deberías hacer. Pero siendo consciente de cómo lo haces y de que alimentos metes en tu boca.

  • Vale, me he perdido. No entiendo nada.

Tranquilo, vayamos a…

El comienzo

el comienzo

Hace 200.000 años que el Homo sapiens surgió como especie. Especie de la que formas parte y que se ha mantenido con ínfimos cambios genéticos hasta día de hoy.

En las épocas alejadas, los hombres primitivos no poseían demasiadas herramientas tecnológicas ni especializadas. Por ello, usaban “multiherramientas” como el bifaz, del cual tenemos ejemplares como Excalibur, en el Museo de la Evolución Humana (Burgos).

No tener demasiadas herramientas suponía unos retos. Por una parte, había que encontrar nuevas maneras eficientes de hacer las cosas. Por otra, existía la necesidad de sacar más usos de las herramientas ya disponibles.

Así, es como llegaban a usar los bifaces para sacar lascas, cortar pieles y carne, taladrar superficies y otros posibles usos como tallar madera o hacer fuego, aparte de los ornamentales.

Aunque, como comprenderás, tener un bifaz no es lo mismo que tener un cuchillo, un mechero o un pelador. Por lo que, comer y cocinar en el pasado no era como comer y cocinar hoy día.

Ya Homo erectus usaba el fuego a su favor para modificar alimentos y nuestra especie era capaz de encenderlo a propósito para estos fines. Y como comprenderás, la olla exprés, la batidora y el cuchillo jamonero no existían. Así, aunque el esfuerzo fuese menor que comer todo crudo, hincarle el diente a una pata asada rudimentariamente no es igual que morder una barra de fuet.

Lo más blando que podían llegar a encontrar serían algunas frutas maduras como las peras o ciertas bayas. Pues hasta los plátanos de hoy día, producto de una selección forzada, no tienen nada que ver con los de entonces. – Puedes buscar “plátanos antiguos” y ver que asquito daban –

 

Quizás ahora, compadeciéndote, exclames:

  • ¡Ay que pobres, con lo que molesta comerse un trozo de carne demasiado hecho!, por no hablar de los restos que se quedan entre los dientes. ¡Qué incómodo tenía que ser masticar esos enormes y fibrosos bichos que además tenían que cazar ellos mismos!…   
  • ¡Seguro que un dentista les hubiese venido genial!

PARA, para de imaginarte que vives en un cuento de hadas. Y empieza a aceptar que… Tú eres igual que ellos, pero viviendo en una sociedad moderna.

Te diré algo, quizás no era lo más agradable del mundo cazar para comer, comer alimentos demasiado consistentes por la escasez de técnicas culinarias y notar que para partir un grano de maíz te ibas a dejar la muela. Pero existe otra multiherramienta de la que nadie te ha hablado

La Multiherramienta oculta

No, no es ningún objeto, ningún ritual chamánico ni algo de Mickey Mouse. Sino tu boca.

Has leído bien, tu Boca.

Si analizas tu boca (y no hace falta que tengas un doctorado ni una clínica dental) verás que tienes 32 dientes en total. 16 arriba, 16 abajo, contando los que no te han salido o te han extirpado.

Estos, además, poseen diferentes formas y tamaños que les confieren una función especial. Resumidamente son: – Atento, porque es importante para la conclusión a la que quiero llegar –

  • 8 incisivos, que se usan para cortar alimentos como pueden ser frutas o verduras.
  • 4 caninos, usados para desgarrar alimentos fibrosos como la carne.
  • 8 premolares, usados para aplastar los alimentos que pasan por los caninos o molares.
  • 12 molares (si conservas las muelas del juicio), usados para triturar o moler los alimentos más duros y compactos.

De hecho, si investigas un poco, encontrarás dietas basadas según nuestra estructura dental, las cuales instan a usar los dientes según su proporción presente. Algo que equivaldría a, por ejemplo, que la carne fuese un 12,5% (4/32·100) de tu alimentación.

 

Ahora mismo estás pensando:

  • Ah, pues mira que interesante… pero ¿esto de que me sirve?

Te sirve para comparar. Ahora que has entendido la función de esta multiherramienta con los diferentes alimentos naturales, prueba a ver su función en base a una alimentación industrial:

  • ¿Cuántos dientes necesitas para comer un puré? (pista, mi abuela lo hace sin la dentadura)
  • ¿Cuántos dientes utilizas para comerte un helado que se deshace solito en la boca?
  • ¿Cuánta fuerza tienes que hacer para masticar una barrita de cereales, una pizza, una napolitana o unas galletas de esas que tiene tu abuela/madre en casa?

Date cuenta de que el problema no son los dientes, sino el uso que les das a estos. Si te amoldases completamente al tipo de comida ultraprocesada no te harían falta las piezas dentales. Es más, te las podría cambiar por trozos de madera cuadrados y apenas notarías la diferencia.

De hecho, seguir ese patrón de alimentación favorecería que se te cayesen los dientes con mayor rapidez, debido a su concentración en azúcares refinados. Algo que a la industria le da igual, ya a que no te harían falta para seguir consumiendo, de hecho, lo propiciaría.

Podría pasar a explicarte cómo conservar tus dientes. Pero, aunque lo voy a hacer resumidamente, voy a dedicar este artículo a darte hostias de realidad para que entiendas la relevancia del asunto.

Cómo hemos Evolucionado

¿Recuerdas el Museo de la Evolución Humana que te comenté antes? Resulta que todos los años me gusta ir al menos una vez para ver alguna exposición temporal, así como para apreciar nuestros orígenes como especie y reflexionar sobre ellos.

Y es curioso que una de las cosas en las que más me suelo fijar siempre son… las mandíbulas.

No, no tengo ningún fetiche, aunque una mandíbula bien definida siempre es un rasgo atractivo. Lo que me llama especialmente la atención es la forma de esta.

Si te animas a visitarlo o buscas fotos por internet podrás apreciar que estos aparatos bucodentales, a pesar de ser muy antiguos, tenían una adecuada anchura de paladar y disposición dental

Efectivamente, como los dientes también se conservan, en muchos cráneos restaurados pueden verse. Y, a pesar de que suelen faltar, quizás por el uso, quizás por la conservación, estos se ven ordenados en la forma normal de arco y sin ninguna condición extraña más que alguna posible separación ligeramente ampliada.

Ósea, que no se visualizan maloclusiones intrínsecas. Una afección caracterizada por el mal contacto entre los dientes superiores e inferiores en reposo, debido a una incorrecta mordida o disposición dental.

Y ahí es cuando yo me pregunto: ¿Evolucionar nos hizo padecer maloclusiones? ¿justo han encontrado las mandíbulas con dientes “perfectos”? ¿no quieren exponer las feas? ¿qué carajos estamos haciendo mal para no tener todos una boca así?

Según este artículo, desde la perspectiva de la Medicina Evolutiva, las maloclusiones resultan de un consecuente desajuste entre un aparato masticatorio adaptado a la edad de piedra y un entorno de alimentación industrial.

De hecho, hasta los cráneos de los siglos XV y XVI apenas muestran maloclusiones en la población. Lo que lleva a que expertos como el paleoantropólogo Daniel E. Lieberman afirme en su libro La Evolución de la Cabeza Humana: “hay mucha evidencia circunstancial de que las mandíbulas y las caras no crecen al mismo tamaño que solían hacerlo”. (1)

 

Evolucionar implica muchos cambios. Es normal encontrarnos vestigios aún presentes o partes con función desconocida (como sucedió con el apéndice y su control en las disbiosis).

Incluso podríamos argumentar sobre si las muelas del juicio lo son o no, algo analizado en varios estudios. Pero una cosa es encontrar un vestigio “pequeño”, y otra es proclamar que la boca entera de antes no es la de ahora y que por eso necesitamos ir al dentista.

De ahí que surjan hipótesis de que el genoma humano está mejor adaptado a dietas preindustriales estilos de vida rudimentarios y entornos similares, ya que este prácticamente no habría sufrido cambios macroevolutivos en quizás los últimos 60.000-200.000 años. (1)

 

No quiero juzgar el progreso, de hecho lo apoyo. De no tenerlo no podríamos curarnos de las caries, cálculos dentarios, gingivitis o hasta de una infección del maxilar. Unos problemas que ya existían en esas épocas primitivas, siendo el último la posible causa de muerte de Miguelón (un espécimen muy famoso del museo citado).

Apunte: Aunque, como he dicho, se han datado casos de individuos antiguos con caries, su incidencia incrementó exponencialmente con la introducción del azúcar refinado. Así, la mayor patología que los primitivos experimentaban era un desgaste dental debido al uso.

Otro estudio que analizaba los esqueletos de Amarna pertenecientes al Egipto antiguo reveló que estos tenían un desgaste dental extenso pero escasas maloclusiones, al contrario que los americanos modernos.

Así, se sugirió que no era la reducción en el desgaste dental lo que incrementó el número de maloclusiones, sino la tremenda reducción en las fuerzas de masticación empleadas.

Por lo tanto, a medida que las técnicas culinarias se extendieron por todo el mundo durante el siglo XIX, las maloclusiones también lo hicieron. (2)

Tampoco descarto la posibilidad que hay actualmente de corregir una mala mordida o problemas intrínsecos en el caso de sufrir una enfermedad genética. Como sucede en los dientes fusionados o en la hiperdoncia (sobreproducción de éstos).

Lo que quiero resaltar es como en individuos normales, dentro de la herencia multifactorial a la que se ven expuestos, el ambiente ha ejercido un mayor papel del que debería en su fenotipo.

En cristiano, que la estructura de la boca, que debería ser resultado de los genes y el ambiente, ha pasado a ser mayoritariamente determinada por este último.

Y, en especial, ¿qué es lo más determinante de ese ambiente? La alimentación industrial.

Aparte de los estudios que te he presentado no te costará encontrar más material que respalde esta teoría. De hecho, puedes ver, como en este vídeo, casos de personas o poblaciones indígenas que al adoptar la dieta metropolitana comenzaron a mostrar un mayor porcentaje de maloclusiones.

Es más, respaldando la interacción genes-ambiente, se han dado casos de gemelos monocigóticos en los que uno de ellos adoptaba ese estilo de vida moderno con las consecuencias descritas, mientras que el hermano que residía en una zona rural se desarrollaba de forma normal. (3)

 

Este estudio mostraba como hábitos orales inadecuados podían interferir no solo con esa posición de los dientes, sino especialmente con el normal patrón de crecimiento craneofacial.

En concreto, se piensa que el mouth-breathing (o respirar por la boca) está asociado a cambios en ese patrón craneofacial con características propias, como una cara alargada, contracción del arco dental superior, paladar ojival, sonrisa gingival y maloclusiones de clase II y III. (4)

Si habiendo visto esto te ha entrado el miedo y has dejado de lado la chocolatina que estabas comiendo o el zumo que estabas sorbiendo (por favor, deja las pajitas, son horribles), he cumplido mi propósito por hoy.

Si aun así te has quedado con ganas de revertir la situación… estás de suerte. Voy a explicarte de forma resumida cuales son los puntos importantes a tener en cuenta.

Cómo conservar tus Muelas

conservar las muelas

Diversos factores influyen en la salud bucodental y a la hora de mantener una adecuada forma de la mandíbula. Yo te voy a exponer los 4 más importantes (dejando el más esencial para el final):

Inciso: Cuánto más joven seas, debido al proceso de fusión de los huesos (que en el cráneo suele darse sobre los 40 años), más rango tendrás para trabajar estos puntos y convertir tu cara, mordida, mandíbula y sonrisa en un Picasso. Porque sí, la cara también se entrena.

Y si tienes un hijo o primito pequeño al que quieras mucho, no hay mejor forma de demostrarle tu amor que preocupándote por su salud en base a los siguientes puntos.

Porque siguiéndolos adecuadamente es muy probable que se evite el uso de brackets, retenedores, operaciones de cirugía y demás cosas molestas.

Mewing

¿Me-qué? Lo sé no es común saber de esta práctica, por eso estoy aquí para introducírtela.

Según Mike Mew, el mewing se define como una serie de ejercicios y maneras específicas de sostener la propia postura para influir en la estructura de la cara y, por ende, tu salud y apariencia. (5)

Más comúnmente, se entiende como una forma de resituar la lengua en el espacio bucal de forma que ésta deje de estar reposando en la parte baja y pase a “activamente” empujar, principalmente con su parte posterior, contra el paladar blando.

Pero vayamos a lo importante ¿qué consigues con esto?

Básicamente, realizando este ejercicio con constancia y de manera correcta, evitarías esas maloclusiones por mal crecimiento de los huesos. También evitarías, por su forma de realizarse, que hicieses ese mouth-breathing y las consecuencias que perpetuarlo acarrea.

Este ejercicio es un poco difícil de imaginar y pillar, así que probablemente haga otro artículo explicando a fondo su procedimiento y ventajas frente al riesgo de padecer maloclusiones. 

Chewing

Unos músculos fuertes sostienen una mandíbula perfecta, unos músculos no trabajados compiten por el poco espacio y ceden ante las tensiones.

Ya comprendiste antes que los hombres primitivos tenían que hacer más esfuerzo para masticar sus alimentos. Sin embargo, tu podrías vivir toda la vida a base de papillas.

Por eso es importante seguir trabajando estos músculos si quieres tener una cara bonita y evitar maloclusiones.

Al fin y al cabo, recuerda que tu boca es una multiherramienta, como Excalibur. Puedes usarla con diferentes fines, pero si no la pules de vez en cuando va a perder sus propiedades.

¿Que cómo se hace? Pues como su nombre indica, masticando.

Lo mejor es hacerlo con alimentos naturales que den juego. Si no se puede siempre está la opción de la goma de mascar/chicle.

A la vez que entrenas los músculos implicados podrás ir aumentando la carga.

De todas formas, al igual que el ejercicio anterior, dedicaré un artículo a explicar detalladamente sus beneficios y cómo hacerlo sin acabar con un dolor de muelas o cabeza.

Higiene dental, bucal e interproximal

¿Se limpiaban la boca antiguamente? No lo sé, tampoco hay pruebas de ello.

Quizás utilizasen alguna ramilla o espiga para ese propósito, pero para nada sería parecido a lo que hacemos hoy en día.

Eso sí ¿comían lo mismo?… NO.

El creciente número y consumo de alimentos ricos en azúcares en las últimas décadas ha provocado que la incidencia de caries se dispare. Es decir, que haya mucha más que antes.

Por otra parte, también existen alimentos abrasivos como las salsas de tomate frito (aparte que muchas llevan azúcar) que por sus componentes ácidos pueden dañar el esmalte si no son lavadas.

Recuerda que esta multiherramienta no puede funcionar bien si le faltan piezas o están corroídas.

Así que antes de pasarte todo el día picoteando bollería, refrescos y snacks, piensa en las bacterias que no has retirado y se están dando un festín, produciendo ácidos que dañan tus dientes.

La higiene dental (cepillo) elimina la mayoría de residuos que pueden quedar tras las comidas, la interproximal (hilo/seda dental) aquellos más complicados localizados entre las piezas dentales y la bucal (enjuague/colutorio) completará el proceso y favorecerá que no tengas una halitosis.           

Dieta

Que te voy a contar, probablemente ya te hayas fijado. Todo lo anterior sirve de poco si no pones atención en este apartado. Es un factor determinante.

Sin embargo, alimentarse de forma adecuada te ayudará a suplir la mayor parte de los 3 puntos anteriores. Es el 20% de Pareto en lo que se refiere a esta estructura bucal.

Viste que antiguamente había que masticar mucha comida “dura” con el fin de suplir los requerimientos nutricionales básicos. Pero ahora disponemos de esa “dieta civilizada blanda, no abrasiva y muy nutritiva”.

Una que, según José Ignacio Zalba, si se suma a otros factores como la disminución de la lactancia materna o el uso de cubiertos para comer “resulta en una falta de desarrollo óseo y muscular que se caracteriza por una disminución del volumen de los maxilares”.

De hecho, se sospecha que el acortamiento del periodo de amamantamiento y una introducción temprana a comidas en forma de purés contribuye a estos problemas.

Conclusiones:

  • La comida de antes no es la de ahora
  • La estructura ósea y muscular de antes Sí es muy parecida a la de ahora
  • No sabemos comer (masticar y tragar) correctamente
  • Tenemos una multiherramienta que no utilizamos ni afilamos
  • Ejercer poca fuerza con nuestra boca conlleva problemas en la estructura de esta
  • La cara también se puede entrenar, haciéndola más estética
  • Antiguamente había desgaste dental, hoy hay maloclusiones
  • El ambiente ha empezado a ejercer una gran influencia respecto a los genes
  • Tener un suministro ilimitado de comida ultraprocesada no ayuda
  • La alimentación es el 20% que dará el 80% de los resultados

Bibliografía utilizada:

  1. Kevin L. Boyd, M.Sc., DDS. An Evolutionary Perspective on the Etiology of Malocclusion. DARWINIAN DENTISTRY PART 1, November/December 2011.
  2. AEGIS Communications, Rose BJC, Roblee RD, DDS, MS. Interdisciplinary analysis: Origins of dental crowding and malocclusions – an anthropological perspective n.d.
  3. What I’ve Learned. Attractive Face or Not? It depends on Tongue Posture 2019. https://www.youtube.com/watch?v=zbzT00Cyq-g.
  4. Grippaudo C, Paolantonio EG, Antonini G, Saulle R, La Torre G, Deli R. Association between oral habits, mouth breathing and malocclusion. Acta Otorhinolaryngol Ital 2016;36:386–94. https://doi.org/10.14639/0392-100X-770.
  5. Orthotropics. What is mewing? n.d. https://www.youtube.com/watch?v=2J3z1Ua96H0&list=WL&index=5&ab_channel=Orthotropics.

 

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