¿Qué es una Mujer? – Parte 2 (Final Resuelto)
En la parte anterior descubriste qué es una Hembra.
Pero, ¿es esto suficiente para que también sepas qué es una Mujer?
Si bien es cierto que descubrimos que papel de nexo puede tener el primer término sobre el segundo, no significa que eso vaya a cumplirse siempre o que sea decisivo.
Por si no lo recuerdas, la relación que la biología de una Hembra tiene sobre el género cultural de Mujer es que ésta sesga al individuo que la experimenta de forma que le sea más sencillo identificarse con la segunda.
Es decir, que tener unas gónadas femeninas, mayor cantidad de estrógenos frente andrógenos y otras hormonas que varían en función del sexo, como la oxitocina, y caracteres secundarios femeninos, condicionan a que ese individuo se vea más fácilmente reflejado con la concepción de Mujer comúnmente compartida que con la de Hombre.
Además, esa anatomía característica, hormonas y autoimagen influyen fuertemente sobre el propio cerebro, quien será el encargado de emitir el juicio subjetivo “subordinado” final.
Por ello, una vez visto que la relación entre sexo y género, Hembra y Mujer, no es meramente casual y que el sexo no es una cuestión constructivista, sino esencialista, adentrémonos en el intento de descubrir de que tipo es esa segunda categoría.
El género femenino, Mujeres
Decía Simone de Beauvoir: “No se nace Mujer; se llega a serlo”.
La cultura es el conjunto de conocimientos de un individuo que le ayudan a orientarse en un determinado contexto.
Esta cultura es la rama donde se asientan conceptos como el de ahora. Pues no se trata de algo objetivo e invariable, como sucede en la ciencia, sino de cuestiones cambiantes en función del tiempo y las circunstancias del momento.
Si no te haces una idea de cómo esto puede ser posible piensa en la palabra “coche”. Antiguamente los coches eran aquello que hoy en día conocemos mejor por el término carruaje, aunque la primera acepción sigue siendo aceptada, no por ello igual de acertada.
Esto es mayoritariamente debido a que, como en la definición actual, consideramos un coche a aquel que es automóvil, que puede moverse por si mismo.
De la misma manera, decimos a nuestros primitos pequeños: “recoged los coches cuando acabéis” aún a sabiendas de que esos coches no son automóviles, no transportan personas ni pueden ir por la carretera, porque son de juguete.
Entonces, ¿son estos últimos coches o los antiguos menos reales que los coches que nos imaginamos al oír la palabra? ¿necesitan por ello de ir precedidos de ese adjetivo de “antiguo” o “de juguete” para que sepamos que no forman parte de esa realidad?
Y, de la misma manera ¿utilizamos el término trans después de la categoría hombre o mujer para indicar que, aunque se asemejen, esas personas nunca podrán ser lo que no son?
De ahí que la cultura sea clave a la hora de servir como catalizador entre lo que podemos distinguir de lo que no.
Cultura, Subjetividad e Identidad
En tribus indígenas no tienen tanta confusión entre los términos Hembra y Mujer. Simplemente, los tratan de iguales porque su cultura no ha exigido que las diferencias se hagan presentes.
Sostiene Kimberlé Crenshaw: “La identidad no es simplemente una unidad autónoma. Es una relación entre personas e historia, personas y comunidades, personas e instituciones”.
Esa relación es la que crea la cultura, a partir de la cual establecemos un sentido común propio.
Al igual que no puedes definir el género por los estereotipos, tampoco puedes hacerlo por tu sentimiento personal. La identidad es algo que negocias en una sociedad, una postura que adoptas al tratar con los demás y contigo mismo.
Podrías afirmar que eres un gato. Quizás tú te lo Creerías y te identificarías con la figura que representa, pero los demás no te identificarían con ella y, por tanto, esa identidad carecería de la aprobación conjunta que el término implica.
Por esto mismo, si tu hijo de 12 años dice sentirse como una Mujer o un Macho ingresado en un manicomio afirma serlo no te lo tomas o deberías tomar tan en serio. Porque, a pesar de que para ellos pueda ser muy real, no tienen la capacidad para definir adecuadamente esa identidad de forma que para el resto de la sociedad tenga sentido.
Proclamar que eres algo no confirma que lo seas, es solo un comienzo. Pero si haces de ello un axioma que solo pueda ser contrarrestado por ti mismo, ¿por qué debería primar tu subjetivismo frente al mío?
El problema surge cuando ciertas instituciones promulgan que si yo (“hombre”) adoptase una identidad de “mujer” podría realizar acciones como entrar a los aseos femeninos.
Siguiendo su consejo no solo estaría denigrando ese componente social y de negociación que implica la identidad. Sino que, además, si cualquiera pudiese establecer la suya propia, las categorías comúnmente establecidas se verían desdibujadas.
Si yo fuese el encargado y tú un Macho que entra al baño de Mujeres, alegando que te sientes una de ellas, te echaría de él.
Esto no es sexista, sino razonable. No se puede imponer por decreto en la mayoría la singularidad de unos pocos, se necesita de ese acuerdo general.
Tampoco es que sea poco tolerante, a pesar de que se necesita promover más tolerancia en el mundo de hoy, esto no significa que haya que aceptar todo sin cuestionarlo.
Y en este caso, si yo te viese claramente como un Hombre no me jugaría el cuello por ti. Quizás estás majara, y no hay que olvidar que el problema no es de los demás, sino tuyo.
Estable tu propio Criterio
Acabas de comprender cuales son los criterios para poder construir una identidad de forma adecuada. Si lo piensas, esta ha de poder ser comparada, de no serlo, carecería de sentido hablar de ella siquiera. Sería como intentar exponer la luz en un mundo donde solo existe oscuridad.
Este es el motivo por el cual, si tu identidad y libertad empieza donde acaba la del otro… mal vamos. Es decir, si para que te sientas respetado vas a ofender a otras personas en el proceso no estamos avanzando en ninguna dirección.
De ahí la importancia de establecer un criterio propio. Un criterio que, desde el respeto y la actitud de aprendizaje, en contra a un dogmatismo, te sirva para poder decidir por tu cuenta que es aquello que consideras correcto y que no, teniendo en cuenta a los demás.
Por eso, si por ejemplo alguien te exige que utilices ciertos pronombres, porque los otros le sientan mal, sin recurrir a ninguna norma gramatical, puede que a ti te siente mal llamarle de esa manera o no ser congruente con ciertos valores.
Y siguiendo tu criterio propio, y no el gusto subjetivo del resto, podrías decidir perfectamente ser fiel a la lingüística y utilizar esos pronombres, como viste en la otra parte, según su sexo.
Quizás pienses que esto es una tontería y no pasa nada por “ceder un poquito”. La cuestión no es si cedes o no, sino si en ese proceso estás anteponiendo un criterio ajeno al tuyo.
Porque ¿hasta qué punto estarías dispuesto a llegar? ¿Llamarías a ese tío del manicomio como él quisiera también, o su opinión subjetiva valdría menos que la de los demás? ¿Llamarías a un narcisista empedernido que se identifica con Jesucristo “su divinidad”?
Si fuese tan fácil cambiar de “género”, modificar una identidad con solo un criterio personal, quien no asegura que un día mienta al segurata de la entrada porque “las mujeres entran gratis”.
El lenguaje es aquello que nos lleva a tomar acción. Si se manipula vilmente puede dar lugar a consecuencias desastrosas. Tan solo piensa en las consecuencias bioéticas que puede tener (y que ya tiene) con posibles identificaciones con ideales transhumanistas.
La realidad se encuentra dentro y fuera de uno mismo, no es excluyente. Quien sí busca que lo sea es la industria que se beneficia de este pensamiento más que de ese criterio propio y libre.
Así, en una sociedad donde serás atacado a tu persona por intentar defender algo que tú Crees, lo difícil es no sucumbir y acabar buscando la aceptación de los demás.
Algo que te será mucho más sencillo de controlar en la medida que te desarrolles como persona y nutras tu conocimiento para poder asentar ese criterio propio. Cosa que puedes hacer leyendo filosofía, como aquí, creciendo como persona y dejando de hacer que las RRSS piensen por ti.
De hecho, hay quienes opinan que el género no lo determina la anatomía, sino el cerebro. Y si como yo has estudiado un poquito más que esa gente te preguntaras: “¿qué es el cerebro sino anatomía?”, un órgano que además está fuertemente influenciado por hormonas, que, como bien sabes de la anterior parte, difieren entre sexos.
Y no queriendo descalificar del todo el argumento por su imprecisión de términos, recalibras la cuestión para que sea más apropiada. De forma que quede: “¿puede la mente determinar y explicar el género?, es más…
¿Cómo llegamos a definir las cosas?
Para poder llegar a definir qué es una Mujer antes debemos entender cómo esa cultura de la que hablábamos condiciona nuestro conocimiento y cómo siquiera nuestra mente procesa la información que recibe.
De forma que entenderemos cómo tener una identidad y personalidad congruentes a nuestra forma de Ser y un criterio propio adecuado en base a lo hemos podido conocer.
El cerebro es una gran máquina asociativa que se dedica a procesar toda la información disponible y a darle un sentido. Pudiendo tras este proceso subconsciente emitir un juicio más o menos acertado a la realidad.
Esta es la razón por la que la mayoría de las veces no tienes que preguntarte racionalmente si estás ante un Hombre o una Mujer. Tu cerebro ya ha hecho ese trabajo por ti en base a su comprensión del mundo.
Y aquí entran en juego distintas teorías filosóficas que tratan de explicar cómo sucede este intricado proceso:
Mientras que el platonismo nos puede afirmar que es diferente cómo se llega a una idea de cómo algo llega a Ser lo que es, el racionalismo de Descartes y compañía afirma dogmáticamente las correspondencia entre las ideas y el mundo exterior.
Por otra parte, el empirismo, con Hume a la cabeza, sitúa el conocimiento en los sentidos en vez que en las ideas innatas y el idealismo trascendental de Kant hace una mezcla de ambos.
Veamos por tanto un poco más en detalle estas 4 corrientes, con el fin de que disciernas qué es aquello que más te gusta de cada una y consigas formar tu propio juicio sobre la cuestión de hoy.
¿Qué es una Mujer para Platón?
“Tenemos costumbre de abrazar bajo una idea general esta multitud de cosas a las que les damos el mismo nombre”.
A lo largo de nuestra vida hemos visto infinidad de objetos iguales entre sí, a partir de los cuales hemos llegado a la idea de “igualdad”.
Ahora bien, como la “igualdad” no es algo que esté en el mundo de nuestra experiencia (no existe como objeto), para Platón esa idea no puede provenir de los sentidos.
Para él, el término de Mujer no vendría más que a ser un concepto que nos es imposible conocer.
¿Por qué es así? Porque existen 2 divisiones dentro de aquello que puede ser analizado:
Por una parte, están las Formas/Ideas (el Ser), algo que es eterno, indivisible, real e inmutable. El problema de estas es que no se pueden llegar a conocer a través del cuerpo, de los sentidos.
En el otro extremo, tenemos los objetos de la experiencia (un cuasi-Ser), algo que afirmamos comprende nuestra realidad a pesar de que no es real. Esto último se demostraría debido a que nuestras percepciones cambian constantemente, mientras que lo Real subyace.
De esta manera, esas Formas son únicas. Y solo existiría un adecuado concepto de Mujer.
Sin embargo, nuestra experiencia nos hace creer que las copias imperfectas de esas Formas, que apreciamos con los sentidos, son lo verdadero. Algo que objetivamente carece de sentido, pues solo serían manifestaciones particulares de ellas, esas sombras del mito de la Caverna.
¿Recuerdas que el coche de juguete, en tanto que coche, no era un coche de verdad? Pues, según esta corriente, una mujer trans, en tanto que mujer, no será una Mujer.
Pero no solo eso, todas las mujeres que conoces no serían verdaderamente Mujeres.
Mi madre y mi abuela son mujeres porque participan en la forma de Mujer. En tanto que copia, ellas no serían mujeres reales, pero tampoco falsas, sino que se hallarían a medio camino entre lo uno y lo otro, en esa participación del Ser.
Podríamos incluso llegar a decir que las Mujeres no existen, que son simples nombres que les damos a las apariencias que adoptan aquello que realmente existe.
Por ello, yo no podría conocer la Forma de Mujer a través de los sentidos o el pensamiento, sino que solo podría aspirar a conocer sus múltiples representaciones sensibles.
¿Qué es una Mujer para Descartes?
“No solo estoy alojado en mi cuerpo como un navegante en un navío, sino que estoy tan estrechamente unido y casi confundido con él que compongo algo único”.
Con la modernidad se desplaza la cuestión de la ontología (qué es) a la epistemología (qué puedo saber) en un mundo visto a través de un sujeto.
Así pues, la cuestión pertinente es: “¿qué me es posible saber con certeza?”. Lo que en nuestro caso se traduce como un “¿cómo sé que lo que yo interpreto como Mujer es real y no una simple ilusión?”.
La diferencia es que aquí ya no serían los sentidos los que nos engañan, sino nosotros mismos al emitir juicios que creemos ciertos sobre imágenes que solo son dudosas.
Para Descartes la filosofía ya no puede comenzar por establecer la “esencia de las cosas”, sino por describir el “método” de acceder a ellas. Es decir, por cuestionarse cuál ha sido el proceso para obtener un conocimiento que calificamos como “evidente”.
Él intenta encontrar esas ideas claras y distintas a las que las demás deberían poder reducirse, unas ideas innatas, racionalistas. Que justamente corresponderían con la realidad externa.
Y llegar a una definición de Mujer sería muy complicado, porque al intentarlo estaríamos infiriendo nuestras sensaciones, unos prejuicios útiles pero que no se adecuan perfectamente con esa realidad interna. Porque las sensaciones son extrañas a la persona y provienen del exterior.
En el fondo, nosotros sabríamos qué es una Mujer. Nos lo diría nuestra intuición. Una que, según la trayectoria de las ideas de este pensador, estaría facilitada, y a la vez limitada, por Dios.
¿Qué es una Mujer para Hume?
“No tenemos idea alguna de sustancia de ningún género, puesto que solo tenemos ideas de lo que se deriva de alguna impresión, y no tenemos impresión de sustancia alguna”.
Para Hume, no conocemos nada sino cualidades y percepciones particulares.
Entonces nuestra idea de lo que sería una Mujer sería solo la idea de una particular apariencia, comportamiento, forma de pensar, etc.
Sería imposible imaginar algo que no hubiésemos sentido previamente con nuestros sentidos externos o internos, puesto que la experiencia sería la encargada de suministrar todos los materiales del razonar.
La ciencia que deriva de este empirismo constituido por la experiencia y la observación es el escepticismo. Una experiencia que puede llevarnos a conclusiones erróneas, liberarnos de las previas y facilitarnos un modelo de predicciones ante cómo se comporta el mundo.
Si te fijas, la explicación de la parte biológica previa se sustenta en la postura empirista. Lo que explica que afirmemos que si hay presencia de SRY en un individuo XX “no está en su sitio”.
En realidad, no encontramos relaciones necesarias, sino solo conjunciones constantes que nos llevan a esperar, a anticipar, el efecto acostumbrado.
Cuando te pregunté al comienzo del artículo “¿Qué es una Mujer?” quizás pensaste en alguna manera de describir este concepto. Pero también hiciste una representación mental, única y exclusiva, anticipada por tu razonamiento.
De igual forma, un Macho que no hubiese visto una hembra en su vida podría pensar que una Mujer serían aquellos machos con tendencias más afectivas o menos vigorosas. Porque la contingencia a la que le somete su experiencia, a pesar de que no promueve un dogmatismo activamente, le limita en la definición de sus expectativas.
Concluyendo, no podemos saber qué es una Mujer si nunca hemos visto una, por lo que esta no puede ser algo estático e igual para todo el mundo. Sino que su interpretación variará de persona a persona en función de su experiencia y circunstancias.
¿Qué es una Mujer para Kant?
“La ligera paloma, que en su vuelo corta el aire, cuya resistencia siente, podría imaginar que aún volaría mejor en un espacio sin aire”.
Según Kant, no podemos llegar a conocer el mundo más allá de nuestras propias estructuras.
Al igual que su paloma no sabe que sin la resistencia del aire caería en picado por la gravedad, nosotros nos lamentamos por las limitaciones que las estructuras del entendimiento humano imponen a nuestra capacidad de conocer el mundo.
Esto equivaldría a llevar unas gafas con un filtro de color gracias a las cuales observamos la realidad. La vamos a ver sesgada por el filtro, pero si nos quitamos las gafas no veremos nada.
En verdad, no habría una correspondencia entre las ideas y su contenido, entre el orden mental y el orden del mundo.
Ni la percepción sensible ni el entendimiento por sí solos podrían ofrecer conocimiento, ya que la primera suministra contenidos sin forma (caos) y el segundo formas sin contenido (ilusiones). Es así que juntos constituyen nuestra realidad de los conceptos, dándoles sentido.
Un sentido del que solo tenemos la certeza que existe en nuestra mente, pues quizás el de la realidad sea otro muy distinto.
Su herramienta de trabajo es la pregunta: “¿a partir de qué impresión se deriva esta supuesta idea?”.
Utilizándola sería capaz de percibir si el concepto de Mujer está condicionado por algún prejuicio, experiencia relevante o ideal subjetivo. Y tendría que aceptar que, si bien esa interpretación es válida para él, puede no serlo para el resto.
Por ello, para él una Mujer no sería más que un conocimiento originado en la experiencia e interpretado mediante la aplicación de unos conceptos a priori, previos a esa experiencia.
¿Qué es una Mujer para mí?
Para mí, una Mujer es un ser humano cuya identificación con el término y la inferencia que los demás hacen de él, a partir de su apariencia y comportamientos, coinciden.
Un individuo que, gracias a la asociación de conceptos pasados provenientes de la experiencia, mi cerebro consigue asociar a esa categoría social en base a lo que experimenta con sus diferentes manifestaciones.
Un Ser cuyas representaciones sensibles se adecúan a las que yo tengo por “iguales”. De forma que, en mi caso y en el de la mayoría, están fuertemente influenciadas por el sexo femenino.
Así, la contingencia basada en aquello que conocemos nos limita, actualmente, a relacionar a las Mujeres con atributos específicos de las Hembras, como pueden ser unas gónadas femeninas, potencialidad de dar a luz y caracteres secundarios femeninos, como los vistos en la otra parte.
Esto no significa que una Mujer tenga que ser igual para todo el mundo ni que necesariamente tenga que seguir siendo lo mismo en un futuro en que el contexto haya cambiado.
Pero, hoy por hoy, es lo que hay.
Cuéntame, ¿qué es para ti una Mujer?
¿Hay alguna postura filosófica con la que resuenes más y te ayude a expresar como ves el asunto?
Estaré encantado de leerte en los comentarios e incluso de hacer un pequeño debate siempre que sea desde el respeto.
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