¿Cómo son tus relaciones? ¿de compromiso, amor y libertad? ¿o de Egoísmo y dependencia? Querer pasar tiempo con el Otro y divertirse es algo natural y beneficioso para tu desarrollo. Lo que no lo es, es comenzar con engaños, querer estar siempre a gusto, pretender que todo va a ir como la seda y Creer conocer bien a la otra persona, cuando ni siquiera te conoces a ti mismo.

Tienes problemas. Tú y yo los tenemos. Quien afirme no tenerlos, miente. Ante ellos hay personas que prefieren resolverlos y seguir adelante. Otras que prefieren obviarlos hasta que son demasiado evidentes, como expresa Rick con su “la gente hace caso cuando tiene mierda en el zapato”. Y algunas que simplemente prefieren parchearlos, “sentir lo que sea menos tener un zapato en el pie”. Porque afrontarlos o cambiar de aires les resulta demasiado doloroso.

Proclama Mark Manson: “el cambio es, por definición, doloroso”. Tomar las riendas de tu vida no es algo sencillo ni que ocurra de un día para otro. Implica dedicación y sacrificio, algo que muchos no están dispuestos a experimentar. Y es que hacerlo no reporta tanto confort y dopamina como evadirte. Pero te aseguro que a la larga te dará mayor autocontrol y felicidad que lo anterior.

Ante el miedo de embarcarse en semejante aventura personal y cargar con la responsabilidad de hacerlo toda la vida, muchos prefieren buscar cobijo afuera. Creyendo no estar a la altura, acabas desplazando tu Locus de Control Interno hacia uno Externo, fuera de tu alcance, y cediendo tu poder. Al hacerlo, pierdes Valor, dejas de ser algo único que ha de ser ganado para convertirte en algo prescindible, con lo que los demás pueden contar a su antojo.

Te vuelves sustituible cuando hasta tú mismo piensas que deberías poder serlo. Cuando Crees que tu vida vale menos que la de los demás. Razón por la que intentas adiestrarte, para en un futuro no dejar adiestrarte, un marco que solo crea una relación abusiva contigo mismo. Y, postergando tus deseos en aras de primar los ajenos, acabas por encontrarte en situaciones, como le sucede a Basuriento, en las que llegas a afirmar: “lo he alargado tanto que ahora no puedo parar”.

El único juez deberías ser tú mismo. Tú eres quién tiene el control último, quien decide que está bien, qué está mal y que quiere hacer con ello. El único que puede “romper la cadena y cambiar las cosas que están en su mano cambiar”. Basuriento es médico, pero come basura. Morty tiene 14 años, pero actúa como el recadero de su abuelo. Ambos comparten una falta de asertividad y no son capaces de expresar a Rick como se sienten respecto a su situación. Porque tienen una autoconfianza tan reducida que les importa más lo que piense él que lo que piensan ellos mismos.

La consecuencia de invertir toda tu persona sobre la de otra, como les sucede a estos personajes con Rick, es que no te sentirás merecedor de tus logros a no ser que el otro te lo permita. Preludio de una clara relación de dependencia. Si como Morty Crees que “no podemos hacer nada sin los inventos de Rick”, o si te empiezas a “desmigar” cuando ese otro no está o se va, es momento de que revises cuan encerrado estás en tus relaciones potencialmente “tóxicas”. Ya que, aunque seas igual de capaz que cualquiera, puedes no concebirte autosuficiente para decidir por tu cuenta.

Tu autolimitación no te hace unirte más a los demás, sino depender de ellos. Te provoca un dolor a la larga mayor que el que acarrearía afrontar el origen de tus problemas. Y te condiciona. Morty aparentaba no importarle que Rick le sustituyese, pero le importaba. Por eso su farol no tuvo efecto, porque sentirse culpable o inútil no depende del Otro, sino de uno mismo y su asertividad.

Lo mismo le sucedía a Nick quien, obsesionado con algo ajeno a su control, se había desconectado de todo lo demás. A causa o junto a su psicopatía, obviaba todos sus problemas y solo valoraba su vida en función de la libertad que sus acciones poseían. E, irónicamente, a pesar de vivir en un manicomio, hizo de esa contrariedad su realidad, su mundo. Él no se visualizaba escondiéndose en su agujero, sino al mando de su situación. Aquello que no le encajase, era “tirado a la papelera”.