4-8: El episodio del tanque de ácido
Eterno Resiliente:
¿Vives con miedo a fracasar o plenamente confiado? ¿Y qué es lo que haces (y no haces) para vivir así? Tú, al igual que yo, has deseado en algún momento de la vida tener una máquina del tiempo. Ya sea para volver atrás y no cometer un “error” o para saltarte una parte “aburrida”. Sin embargo, ¿sabes lo que le transmites a tu subconsciente cada vez que piensas eso?
Respons-Habilidad, la capacidad de hacerse cargo de lo propio y los resultados que ello genere. Esta responsabilidad se ha ido deformando a lo largo de nuestra evolución. Antiguamente todo aquello que hacíamos repercutía de alguna manera, nuestras acciones eran como un boomerang; al lanzarlo, la mayoría de las veces volvía con similar fuerza de la que había salido de nuestras manos, y si no lo lanzábamos no volvía, pero tampoco tendríamos algo para jugar. Sin embargo, hoy en día la línea que separa lo que hacemos de lo que no (y sus repercusiones) se ha difuminado. Esto se debe a la aparición de la tecnología, la cual es responsabilidad humana. Y es que “gracias a” ella puedes aparcar y conducir un coche de forma automática, mandar un mensaje y luego, arrepentido, borrarlo, abstraerte de tu vida para ver la de los demás, etc.
En ese caso, ¿sobre quién recae el cargo de conciencia? Sobre las máquinas no, eso seguro. El estilo de vida que has adoptado te ha brindado muchas ventajas, pero también barreras mentales que no te permiten conectar contigo mismo. Vives en un entorno hiper-social, y, aunque parezca que te puede dar muchas oportunidades, lo que realmente provoca es que actúes más cohibido que nunca, pues si haces algo “mal” el resto se enterará mucho antes. Además, en un entorno en el que la supervivencia está “asegurada”, la presión por adaptarse a nuevos estándares y a buscar un sentido es cada vez mayor. Pero ¿qué pasaría si tuvieses un mando para rebobinar el tiempo? – Descúbrelo en la historia (en referencia al episodio) anexada debajo… –
Al fin y al cabo, esto sería como tener un (súper)poder. Piénsalo, ¿para qué usarías ese poder? Algunos lo usarían para hacer el “bien” y/o el “mal”, otros, con baja autoestima, para fardar (como el tío de la escena post-créditos), y la mayoría, para ser Egoístas y “vivir sin consecuencias”.
Por este motivo, no se puede demonizar al poder. Pues, como recalcan el título de la canción de fondo en el episodio (It’s in the way that you use it) y la afirmación de Rick (“las malas ideas no existen, el tema es la ejecución”), la responsabilidad no es de la acción, sino de su ejecutor. Al igual que los alquimistas chinos que descubrieron la pólvora y Alfred Nóbel cuando inventó la dinamita, ninguno tenía en mente la muertes que su invento podía acarrear. Pero una vez que “lo que has hecho, lo has hecho; ha ocurrido”, ¿eres capaz de aceptar tu parte de responsabilidad?
Puedes tirarte a un tanque de ácido para “evadir” ciertos problemas. Aunque, quizás, necesites que éste solo te salpique para entender que, al igual que afrontar la realidad, un poquito Duele, pero no te va a matar. De hecho, en ese caso hasta tu piel te daría la clave para superar cualquier problema, pues diría: “pueden lesionarme continuamente, pero ¡cada vez me haré más fuerte!”.
Claro que existen problemas que te afectan más de lo que puedes imaginar (es condición humana), pero esto no ha de disuadirte, de ninguna manera, de seguir adelante con tu vida, sea de una forma u otra. Incluso, puede que alguna vez se te haya pasado por la cabeza que “acabar con todo” es una acción muy valiente, que hay que tener mucho coraje para realizarla…
Te diré algo: yo no Creo que esto sea así. Al contrario, veo esta maniobra Cobarde como “tirarse al tanque de ácido”. Porque Valiente es valorar lo que sea que tienes y decidir continuar. Valiente es tratar de superar algo una y otra vez, y no desistir, aunque lo veas lejos. Valiente es visualizarte, entender que el hecho de vivir debería reconfortarte lo suficiente como para que nada más importase. Valiente es tener un mando para retroceder en el tiempo y no usarlo porque sería muy fácil, porque no quieres depender de lo externo cuando estás en problemas. Valiente es pensar que, quizás, el tiempo todo lo cura, pero que éste sobra cuando la Resiliencia es pura Esencia.
No niego que se necesita tiempo para asimilar ciertos eventos, para encontrarte, para reflexionar… (nadie es inmune a todo tipo de dolor). Pero el tiempo es limitado, no te das cuenta de este hecho porque vives inmerso en él desde que naciste, y lo das por contado. ¿Qué harías si solo te quedasen 24 horas de vida? Quizás en ese supuesto por fin comprendas la verdad que esta dimensión entraña. Cada hora es única e irrepetible y, por tanto, cada hora que pierdes es una hora que no puedes recuperar. Así, en ese ejemplo, la mayoría pensarían reactivamente en “vivir demasiado a tope”, como hace Morty. Pero verías que es contrario a lo que haría un Superhombre:
Convertirse en Superhombre (un concepto filosófico de Nietzsche) implica entender y aceptar la teoría del Eterno Retorno como algo neutro. Esta teoría presupone que experimentarás tu misma vida infinitas veces en un bucle perpetuo, como diría Rick: “una y otra vez”. De este modo, el Superhombre ha aprendido a hacer las cosas no queriéndolas individualmente, sino queriendo su Eterno Retorno, no prejuzgando, sino amando el conjunto. Además, ha entendido que todo aquello que hace determina quién es, cambiando el “lo que fue, fue”, por un “¡así lo quise yo! y ¡así lo querré!”. Su voluntad ya no es una incertidumbre sino un libertador y portador de energía, algo que le permite hacer las cosas con amor, amor fati, y estar en paz con el mundo y el azar.
Al no actuar proactivamente, valoras las cosas en base a su escasez. Y es que, si pudieses hacer lo que quieras, ¿seguiría valiendo la pena hacerlo? Al igual que consideras valiosa una cita con una persona, un viaje o incluso una carta rara de Pokémon, no sueles apreciar y dar gracias por el aire que respiras, por la educación que has tenido y por cada segundo que pasas vivo. Porque lo das por hecho, no piensas que va a faltar y no valoras su importancia hasta que lo hace.
Por el contrario, sueles excederte con “tonterías”, buscando un placer inmediato para “nada”, como el profe de mates que perdió a su amor. Esto se debe a que no entiendes esa escasez de tiempo y, como Morty, alegas “solo me estaba divirtiendo”. No hay nada de malo en divertirse, ni mucho menos, pero ¿por qué y de qué manera quieres divertirte? ¿Porque es lo que toca, o para eludir tu deber? Tienes muchas ocasiones para equivocarte, pero solo una para hacer lo adecuado.
Como puedes apreciar, Morty, al usar continuamente el mando para repetir una escena, no vive la vida, Su Vida, sino que actúa condicionado. Él sabe lo que va a pasar, aunque no entienda las condiciones subyacentes que lo promuevan. Y, por ende, aprende sin pensar, por repetición, como la paloma de Skinner, buscando su bienestar inmediato (aunque no sea el mejor a la larga).
El problema viene cuando, con ese poder, fueses alguien que no eres e hicieras cosas que no harías de normal, como entrar al baño del sexo opuesto. Y claro que tú, al igual que yo, lo probarías para ver qué pasa. Pero te acabarías dando cuenta de que eso, si no te acerca porque tenías pulsiones reprimidas, solo te distanciaría cada vez más de quién eres, separándote de tu Yo. Algo que se ilustra cada vez que Morty se auto-incinera, inconscientemente, al querer reiniciar y pulsar el botón. Por eso Jessica manifiesta a Morty que parece saber quién es después del trauma, porque ahí Morty resuena con su verdadera naturaleza mucho más que cuando finge ser un malote.
Morty, esclarecido, afirma que “somos quienes somos porque hay consecuencias”. Y recalca después: “Vivir sin consecuencias es genial, ¿pero para qué vivo?” Ya que al mirar siempre hacia atrás y nunca hacia adelante no es capaz de valorar la vida venidera. Al contrario, vive sumido en una espiral pasada atrapado por el Ego y el recuerdo de quién fue, porque no es capaz de dejar ir.
Molaría, en alguna ocasión, poder vivir sin consecuencias o usar otra realidad (como hace Rick de forma hipócrita) para entender los desenlaces y luego decidir. Pero esto no te definiría por quién eres, sino por la copia cobarde que serías. Aprende a dejar de pensar en lo que pudo haber sido, a hacer, como Rick, las cosas de forma original, con sentido, y a cuestionarte como Morty: “¿Qué estoy construyendo?” Pues solo así aprenderás a fluir, disfrutar y Vivir sin Guardar.
Anexo – Un Valor Único
Imagínate que tuvieses un mando para rebobinar en el tiempo, para “guardar la partida” e intentar “pasarte” la misma escena infinitas veces hasta que el resultado te complaciese. Podrías no tener que seguir estudiando lengua, pues ya sabrías las respuestas del examen. Tampoco sería necesario tener que sufrir un acontecimiento traumático, pues podrías evitarlo o vivir el resto de tu vida en el día anterior al evento. O simplemente podrías usarlo para tus “tonterías”, como encestar una canasta. Te sentirías capaz, como diría Morty, de “¡hacer cualquier cosa!”.
Un día, sin miedo porque puedes rebobinar, te atreves a conocer a una persona que te ha llamado la atención por la calle. Eres consciente de que probablemente no vuelvas a verla más en la vida, al menos si no la hablas. Así que lo haces no tomándotelo muy en serio, prácticamente jugando. Pero curiosamente, y contra todo pronóstico, conectas con esa persona mucho más de lo que podrías haber esperado. Sientes que entre ella y tú existe “algo especial”, una sensación que hubiera sido imposible de experimentar si hubieses retrocedido en el tiempo, porque es única.
De hecho, estás tan embobado que todo lo demás te empieza a dar igual (el mando ya ni siquiera importa). Has entendido que lo que te gusta de la otra persona no es estar bien con ella (hasta “disfrutas” las discusiones en cierto sentido, pues eres consciente de que son una parte esencial de la relación, algo que, bien canalizado, la hace más fuerte), sino simplemente Estar.
Todo parece ir sobre ruedas. Hasta que una situación te rompe los esquemas: Ibas de viaje con esa persona cuando, por sorpresa, el avión en que viajabas se avería. De un momento a otro te encuentras como los protagonistas de la película ¡Viven!, pero esto es de verdad, y no hay mando.
El tiempo que llevas aislado, al igual que la creciente escasez de recursos, se hacen cada vez más presentes. Te cuestionas cómo te sientes, si utilizarías el mando si estuviese a tu alcance o si serías capaz de vivir con la conciencia tranquila después de haber practicado canibalismo para vivir.
Al final recuperas el mando. Se te vuelve a plantear la posibilidad de empezar de nuevo, pero tu sesgo de inercia y el apEgo que has desarrollado por la otra persona te disuaden de tomar esa decisión. Milagrosamente eres rescatado. Ya estás de vuelta en casa y te enorgulleces por tener la determinación de no tomar una decisión que hubiese convertido tu relación especial y única en una copia predecible de esta. Pero alguien usa el mando sin saber qué es, y vuelves al comienzo…
Tu asombro y desesperación por haber perdido eso por lo que tanto habías trabajado te vuelven reactivo. Tratas de volver a conocer a esa persona, pero esta vez no lo haces siendo Tú, sino siendo alguien de quien no te gustaría haberte separado. Y esta emocionalidad “irracional” asusta a la otra persona, para la que eres un desconocido. Esto hace que se vaya, volviendo imposible rememorar el momento y sumiéndote en un dolor infinito que el mando ya no puede arreglar.
Y solo cuando crees que lo has perdido todo y cuando parecía que tan rápido como habías encontrado la luz, las sombras se apoderaban de ti, lo captas. Entiendes que, al igual que te pasaba al estar con esa nueva persona, los recuerdos y vivencias son únicos e irrepetibles. Podrías volver en el tiempo, pero entonces su valor decaería. Eso te da la energía para seguir adelante a por ellos, para crear más que sean especiales y aporten un significado. Además, hace que no tengas miedo y que vayas confiado, debido a que, conscientemente, persigues algo Mayor a tu placer inmediato.
Como ya expreso en mi reflexión de la película Eternal Sunshine of the Spotless Mind, a veces necesitas tomarte tu tiempo para ver el Big Picture, esa imagen global y objetiva. Darte cuenta de que quizás te estas sobreidentificando con algo que no te pertenece. Que la Vida es como es, especial por su unicidad. Y que has de aceptar que nada es perfecto, porque eso es perfecto.
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