¿Cuál es tu lucha? ¿En qué te estás metiendo? ¿Respetas los acuerdos o antepones a la familia para conseguir tus pretensiones? No puedes ser honesto con los demás cuando no eres capaz de serlo contigo mismo. Ahora bien, cuando llegas a ese nivel, “no hace falta convencer a nadie”.

Vives en la piel de un ser humano, una persona que posee las 2 partes que la constituyen, el Ego y Esencia. Unas partes que deberías controlar, pero sobre las que es difícil tomar consciencia. Ya que normalmente actúas sin cuestionarte la realidad, “pulsando botones a lo loco”. Y esto último desemboca en que ellas mismas tomen unas concesiones propias que te alejan de su singularidad.

“Enfúndate en tu traje”, te diría tu Ego. Éste te promete hacerte “sentirte vivo”. Te embauca para apropiarse de tu experiencia sintiente, pues está “diseñado para eso”, te da la impresión de que con él molarás y serás feliz con poco, y de que eres especial y puedes “atacar por tu cuenta”. Cuando lo cierto es que podrás seguir siendo igual de patético (a ojos ajenos), que tu insaciabilidad por la felicidad cada vez será mayor y necesitará ser reconocida, y que tu estrategia apestará.

Andar obsesionado y sobreidentificado con tu Ego te desprende de ti mismo y la realidad. Para revertir esto quizás necesites salir de tu jaula, tomarte unas vacaciones o cambiar de aires. Darte cuenta de que hay ocasiones en las que tus acciones son más efectivas si cuentas con la ayuda de los demás, como en la analogía que se hace en este episodio de los Power Rangers. Y es que, querer tener el control absoluto le puede flipar a tu Ego, el cual puede estar resentido por ser “el último mono de la familia”. Pero la sinergia alcanzada será mucho mayor si este es capaz de ceder parte de ese control a la Esencia y la Vida. De lo contrario, tu traje acabará “oliendo a esqueleto”.

Y sí, te comprendo, mola poder tener una “experiencia empoderadora”, un “hurón” propio y hasta un “Gogogotrón”. Pero ¿de qué sirve si no lo haces por ti, sino por lamerle el culo a otro, o lo consigues haciéndolo? Además, que ¿significa todo eso? ¿acaso posee un sentido especial para ti? o ¿solo te dejas llevar por la ilusión de que la “cabeza del brazo derecho” es mejor que el “pie izquierdo del pie izquierdo”? Limitando en este proceso no solo a los demás, sino a ti mismo.

Morty afirma: “es agradable gustarle, pero que le gustes a él no te hace a ti mejor”. A su vez, se cuestiona en que se ha convertido la familia después de haber sido arrastrada por ese vicio de aprobación. Aunque la realidad es que, a pesar de que “críes a tu hijo para amar, creer en sí mismo y escapar”, que consiga hacer esto último del “mundo enfermizo” en que vive, es otra historia.

Al fin y al cabo, todo se reduce a una mera (pero intricada) acción: tomar consciencia. Advertir que tienes “un bicho en la oreja” y no te habías enterado o que estas delegando tu control a lo externo. Quitarse la venda y ver más allá de las sombras en la Caverna de Platón es sencillo. Lo que no lo es, es aceptar lo que hay más allá, abrazarlo, porque eso implica dolor. Por su potencial ambicioso, Rick necesita que se le recuerde de vez en cuando que “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, como les sucedía a los emperadores romanos tras una victoria, con su Memento Mori.

Perder los papeles y dar la espalda a la Vida no te hace más fuerte (aunque te lo pueda parecer). Sino que alimenta tu Ego y te vuelve más cobarde y reactivo. Quítate la venda, mata a tu narrador interno y se consciente de que lo que sucede en el anime no sucede en la vida real. Puedes Creer que existe la democracia (cuando esta es un invento cultural), que la familia no se puede “matar” y que, como en la escena post-créditos, “serás el mismo bicho civilizado al otro lado”.

Todo esto te hará sentir muy bien, seguro. Pero, a la larga, te hará sentir mejor tomar consciencia. Tomar consciencia de que, aunque tus pretensiones sean honestas puedan no ser comprendidas por los demás. Tomar consciencia de que hoy en día la mujer ha pasado de ser un objeto sexual a un objeto inclusivo. Tomar consciencia de que no eres capaz de todo. Y tomar consciencia de que, aunque “la familia es lo que es, no se elige”, no has de jugarte el cuello por su errores.