4-2: El viejo y el váter
Rehén de tu Teléfono:
¿Realidad o Ficción? ¿Cambiarías el amor real por uno hecho de bits? ¿Es la tecnología tu becaria o tu jefe? En un episodio donde el tema del amor vuelve a estar presente, éste lo hace desde otra faceta, una faceta novedosa sobre la cual no sabes relacionarte y conectar (como muestran las estadísticas). Ésta es la faceta del Internet, propia de la era de la comunicación.
¿Si se estuviese incendiando tu casa y pudieras escapar de ella con un objeto, cuál sería? Antiguamente, la mayoría de las personas respondía con artefactos, como un álbum de fotos, la decoración de un viaje, el coche de juguete que le regalaron con 5 años… en definitiva, recuerdos. A día de hoy, siguen existiendo esa clase de personas, pero se ha podido apreciar una desviación en la tendencia hacia una categoría de objetos en particular, los electrónicos.
En un punto de la historia en que estos aparatos pueden almacenar gran cantidad de recuerdos (como fotos, vídeos, documentos, grabaciones…) además de permitir realizar otras muchas funciones (que no numerare por su vasta extensión), es más fácil que te dejes las llaves de casa que el teléfono al salir. Esto pone de manifiesto que, aun sin armas físicas, eres su rehén.
¿Cómo de identificado estás con ese aparato? No habría que pensar mucho, pues hasta él mismo te dice cuántas horas semanales pasas usándolo. Pero esto cobra aún más relevancia cuando lo analizamos con la otra analogía del episodio: A pesar de que, como nihilistamente afirma Rick, “tu sitio es ninguno”, cada uno tiene un momento y lugar especial del día a día (el cual puede llegar a extenderse durante las 24 horas, en función del grado de consciencia del individuo).
Para Rick, su sitio sagrado es el váter, o como también se le llama, el trono. Un lugar donde tiene el control absoluto y nada de lo demás importa, donde todo está en calma. Ahí, Rick practica la contemplación (una modalidad de la meditación) mientras realiza una actividad biológicamente necesaria, estando así en total conexión con su cuerpo. ¿Pero tú? ¿Qué haces mientras cagas? ¿Contemplas la vida fascinado, al igual que él? ¿Piensas en todas las cosas pendientes de hacer y aprietas el doble porque el estrés te cierra el ano? o ¿Desvías tu atención hacia una distracción contenida en ese aparato tecnológico?…
Si Rick utilizase su móvil en su sitio sagrado ya no sería un móvil corriente, sino sería un móvil sagrado, algo de lo que empezaría a depender. Cambiamos los menús por QRs, el dinero físico por el NFC, el cara a cara y “me gustaría conocerte” por un like extendido y arbitrario… No quiero decir que los cambios impliquen un atraso, ni mucho menos, estos nos han ayudado (y siguen haciéndolo) a superarnos y reinventarnos como especie. ¿El problema? que, como detallaré más adelante, no tenemos ni idea de utilizarlos adecuadamente. Y eso nos acaba provocando que nos sintamos mal, no consigamos conectar de verdad con los otros ni la realidad y acabemos por depender de esos cambios o sus creadores (creyendo que nos podrán tapar la propia inseguridad).
Para poner esto de manifiesto cuestiónate: ¿qué harías si, un día, un evento destruyese toda clase de señal móvil y te dejase incomunicado? ¿o si un magnate como Zuckerberg decidiese “cortar el suministro”? Nos hacen mucha gracia las películas y series apocalípticas, pero si alguno estuviese ahí estoy seguro de su mayor miedo no serían los zombies, sino el hecho de no poder responder un mensaje de texto o no ver a su crush con ese filtro que le hace tan buen…
Volviendo al tema del amor, es sencillo poder entender porque las apps de citas han ganado tanta popularidad; Comprendiendo, como ya expliqué en el otro post, este amor como un concepto que no es transcendible, adoras el hecho de consumir menos recursos y no tener que activar tus instintos básicos ni miedos que podrían hacerte retroceder en tu empresa. Esto se debe a que dispones de una aparente vía de acceso a él mucho más económica y con menos exposición. Algo que forma la combinación perfecta para que tu cerebro inconsciente lo interprete como una ganga y, como de la “globafina” o el helado, te vuelvas dependiente de la dopamina que genera.
Proclama “Darth Becarius”: “definís el valor del amor en función de su escasez”. Si nadie te quiere, eres un “desgraciado”, por el contrario, si mucha gente anda detrás de ti, eres “especial”. Tu instinto de reproducción te insta a encontrar a una pareja con la que poder reproducirte. Pero en una sociedad como la de hoy día, superpoblada y donde el conocer a gente nueva (físicamente o no) es tan sencillo, estos instintos se vuelven obsoletos. Llevándote a adoptar pensamientos destructivos cuando no recibes tanto “amor” como el que esperabas y a explotar tu parte narcisista cuando ese “amor” supera tus expectativas o las de los demás.“Estar solo” dista de “sentirse solo”.
“Estáis entrenados para buscarlo y no tenéis ni idea de cómo conservarlo” afirma este mismo personaje. Lo cierto es que nuestro instinto de reproducción (sobre todo el masculino) no nos ha preparado para convivir en pareja y fomentar nuestra cualidad del amor marital. Ya que, una vez “hecho el niño”, el ciclo se ha acabado para la naturaleza, aunque nuestra realidad es muy diferente. Tus padres no pueden “detener el amor”, pero quizás tu móvil ejerza más influencia.
Esta clase de aplicaciones para conocer a gente, gracias a la ayuda de algoritmos, explotan y hackean tus mecanismos ancestrales y circuitos del amor. Unas apps donde no puedes “no seguir las normas” por las que a los chicos les atraen los rasgos físicos y a las chicas el estilo de vida que perciben. Provocando esto que, entre tanto estímulo, no encuentres la “relación de calidad”.
Beth cuestiona: “¿cuántas almas gemelas llevas esta semana?” Te cansas rápidamente de las cosas porque tu tolerancia es baja. Como demuestran los estudios, la media de divorcios en España está entre 6/7 de cada 10. Y el hecho de estar sobreestimulado no ayuda para nada, pues te arroja la falsa sensación de que puedes tener más y mejor. Cuando es probable que tus capacidades no den para tanto y, si lo hacen, sea a un precio que afecte a otra área importante de tu vida. De esta manera nos vamos transformando en lo que algunos denominan como Sociedad del Cansancio, una forma de vivir en la que la sobreidentificación con lo propio, la hiperactividad y el exceso de positividad generan un agotamiento crónico y donde coincide autorrealización y autodestrucción.
Entonces, ¿los móviles son un regalo divino? o, como afirma Beth, ¿los móviles nos destruyen? Vuelvo a recalcar: el problema radica en que no sabes ni utilizar estos artilugios ni cómo afectan a tu procesamiento cerebral. De ahí que, en varias ocasiones, te acabes enfadando con una pantalla inerte que no hace sino responder a tus interacciones o al código con que se ha programado.
Las aplicaciones están para servir como medio, el fin lo estableces tú. Puedes utilizar desde una calculadora, un previsor de clima o un escáner de productos que te informe sobre los componentes de un alimento. Todo esto para ayudarte, hacerte la vida más sencilla y, de ese modo, poder enfocar tu energía en otros asuntos. O puedes, a su vez, meterte en la Deep Web, utilizar sonidos de alta frecuencia para putear al perro del vecino o usar una interfaz que simule una llamada urgente para excusarte en una cita (porque no eres lo suficientemente asertivo como para decirle a la otra persona que no estás a gusto en su compañía). – Y sí, todo eso lo he hecho yo –
La mayoría de estos asuntos te afectan porque no tienes claras tus prioridades, al igual que eres más propenso a hacer caso a los anuncios que tratan temas en que dudas. Si Summer tuviera que explicar a Beth “porque no se emociona igual con eso que con su examen de selectividad”, tendría que primero comprender que es lo que quiere. Algo que, como ya viste aquí, en los adolescentes es cuanto menos complicado, y por ello son más proclives a dejarse influir por esta tecnología.
“Lo que hacemos no nos define”, sobre todo en un momento donde actúas en Piloto Automático. Rick te diría: “cagaste en mi váter porque no sabes cuál es tu sitio”. Pero sí que lo sabes, otra cosa es que quieras “recoger tu mierda” y darte cuenta. Y es que, con consciencia, independencia y tolerancia, serás capaz de ver que “el amor es tan abundante como el agua”, que la atracción es una mera ilusión (pero el amor con compromiso no), y que “si tu cielo es de váteres, es cosa tuya”.
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